Pocas historias en el tenis de las últimas décadas son tan desgarradoras como las del argentino Juan Martín Del Potro: estaba destinado al número uno, a una gran carrera, y hoy solo quiere jugar dos horas sin sentir dolor y pide «mucho amor» para Novak Djokovic en la exhibición de este domingo en Buenos Aires.
«Quiero que junto a la gente le demos mucho amor a él, que se lleve el mejor recuerdo de Argentina y de sus fans argentinos», dijo del Potro en un emotivo video de 11 minutos en el que explicó el calvario que atravesó en los últimos años.
Del Potro, que llegó a ser número tres del mundo y conquistó el US Open en 2009, se medirá a Djokovic en una exhibición presentada como «El último desafío». Sus objetivos para ese domingo rodeado de miles de compatriotas son modestos: «Tener paz dos o tres horas y poder disfrutar dentro de una cancha de tenis sería muy bonito».
Es comprensible: cuando se escucha a Del Potro relatar sus últimos años en el tenis y fuera de él, la sensación es de asombro, y también de pena por todo lo que sufrió y sufre.
«Cuando jugué el último partido con [Federico] Delbonis [en febrero de 2022], al día siguiente me tomo un avión a Suiza y me opero la rodilla por quinta vez. Lo hice con perfil bajo, en secreto. Si llegaba a funcionar hacía un anuncio de que volvía realmente»
«Pasé dos meses encerrado en un pueblo cerca de Basilea, haciendo una rehabilitación. No funcionó. Otra operación, la sexta, a los dos meses y media porque había quedado una cosita en la rodilla. Me fui a Estados Unidos, hice más rehabilitación y seguí probando tratamientos».
«Debo tener más de cien inyecciones en la pierna, en la cadera y la espalda. Me infiltraron, me analizaron, me sacaron, me quemaron nervios, me bloquearon tendones…».
Además de la desazón y tristeza por no haber podido continuar con su carrera, en la que derrotó en varias ocasiones a los integrantes del «big three», Novak Djokovic, Rafael Nadal y Roger Federer, Del Potro reveló cierto comprensible rencor hacia los médicos.
«Cuando me operé la primera vez, el médico me dijo que en tres meses volvería a jugar. Esto fue en 2019, en junio. Me había anotado en Estocolmo, Basilea y París. Desde aquella cirugía nunca más pude volver a subir una escalera sin dolor».
«En un viaje a Tandil [su ciudad, en el centro de Argentina] de cuatro horas tengo que parar a mitad de camino para estirar las piernas. Si estoy durmiendo me vienen unos pinchazos que son muy feos. Es una pesadilla sin final, sigo buscando alternativas y no las encuentro».
«Todo viene de aquella primera cirugía, cada vez que lo pienso me viene una emoción, bronca, angustia, impotencia».
El campeón de la Copa Davis 2016 dijo que sentía la necesidad de comunicarse con los aficionados.
«Siento que tengo que contarles como estoy, siempre tuve buena conexión con el público y quizás esto pueda ayudar a otra gente».
«Yo era un tipo muy activo, hoy me invitan a jugar al fútbol y soy el que lleva el mate y se sienta afuera, o si van a jugar al pádel soy el que hace los videos. Y me quitaron la ilusión de hacer lo que me gusta que es jugar al tenis».
«A veces no tengo más ganas. No soy indestructible, soy como cualquier persona. A veces tengo que poner buena cara y no tengo más la energía. Lo de la pierna me consume, padezco en el día a día. Me levanto y tomo entre seis y ocho pastillas: protector gástrico, analgésico, anti inflamatorio, pastillas para la ansiedad…».
«El dolor emocional [que tengo]… Yo me sentía muy poderoso y muy fuerte en superar esas piedras que aparecían y siempre les ganaba. Ahora no sé si los soy tanto. la rodilla siento que me ganó. Me operé ocho veces con médicos por todo el mundo gastando fortunas».
«En cada momento que me ponían la anestesia sentía que saldría bien de la operación y no iba a tener dolor, A los dos o tres meses llamaba al médico para decirle que me dolía».
«Me han clavado agujas de 30 o 40 centímetros buscando bloquear los nervios. Y sin anestesia, porque el médico tenía que comprobar si, en efecto, el nervio reaccionaba».
«Te insinúan que el problema es psicológico… Es tremendo, es terrible y no sé cuándo va a terminar».
Del Potro dio a entender que los médicos que lo han tratado no hacen bien su trabajo.
«Tengo otra gran pelea con los médicos. ‘Ponete una prótesis y dejá de joder. Vas a tener calidad de vida’, me dicen.
Pero viene otro y te dice ‘no le hagas caso, sos muy joven para una prótesis, espera hasta los 50′».
«Yo, desde los 31 años que no corro, no subo una escalera, no puedo patear más una pelota, no jugué más al tenis. ¿Voy a estar 15 años más de mi vida así para ver si vivo más o menos bien a los 60? Ahora estoy en esa discusión».
Los médicos le piden que tome una decisión, se queja el argentino.
«¿Yo tengo que tomar esa decisión? ¡Si el médico sos vos!».
Del Potro lleva varios días entrenando en Buenos Aires para cumplir el mejor papel posible ante Djokovic.
«Estoy a dieta, bajé de peso. Quiero volver a entrenar, estar lo más en forma posible, pero es un show para decir adiós, ya no hay vuelta atras. Y Djokovic fue muy generoso en aceptarlo y venir».
