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Ben Shelton, el respeto y la viralización

Ben Shelton
Ben Shelton celebra en su triunfo sobre el italiano Lorenzo Sonego en el Abierto de Australia / Kyodo News action Press
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MELBOURNE – Dentro de poco, al periodismo de tenis solo le quedará Wimbledon. Allí, en la superficie en la que todo empezó, la prensa sigue siendo una institución valorada y respetada. En el resto, en parte a expensas de la televisión, la prensa está cada vez más arrinconada, cada vez más vapuleada. Y no solo en el tenis, por supuesto, alcanza con escuchar a Donald Trump y Javier Milei.

Pero Ben Shelton no tiene por qué saber todo esto.

El estadounidense de 22 años, refrescante figura del tenis, se quejó este miércoles, tras avanzar a las semifinales del Abierto de Australia, del modo en que ha estado siendo entrevistado por la televisión local tras sus partidos. Tiene derecho a quejarse, y es además bueno que hable del tema abiertamente en vez de guardarse el enojo para sí mismo.

Pero hay algo que Shelton y los que siguen el tenis deberían tener claro: una cosa es la televisión, en especial la que paga por los derechos de un gran evento deportivo, y otra cosa es el periodismo.

No sería justo decir que Ben Shelton criticó a la prensa o al periodismo.

En la televisión imperan otras normas, cada vez menos periodísticas. Quienes manejan la televisión muchas veces desprecian al periodista y sitúan en su lugar a alguien que «entretenga». Y entretener es un trabajo duro, no es tan sencillo de lograr, no cualquiera es un «entertainer».

En el Abierto de Australia sucede algo particular: todos, abierta o más discretamente, quisieran entrevistar con el estilo y los resultados que muestra Jim Courier, ex número uno del mundo y bicampeón del torneo. Pero Courier hay uno solo, ¿y quién querría la fotocopia si puede tener el original?

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De esa intención de ser un Courier II surgen los equívocos, las preguntas pretendidamente graciosas que no son graciosas, los comentarios heterodoxos que apenas salen de la boca se confirman como una mala idea…

Hay que tener en cuenta también la tremenda presión que tiene cada uno de esos entrevistadores por lograr que su entrevistado lance la frase del día, por lograr que esos segundos se viralicen, porque la viralización es hoy la medida de todas las cosas. De una viralización en el momento justo puede depender un puesto de trabajo. O muchos.

¿Es justo pedirle eso a un periodista? ¿Es justo pedirle eso a un ex tenista que juega a ser periodista? Quizás sí, pero tiene sus riesgos. Sucedió con John Fitzgerald, gran tenista australiano de los ’80, que se vio superado por la situación en el mano a mano con Learner Tien, según refleja minuciosamente Ben Rothenberg en Bounces.

A la vez, Shelton pide respeto, y está bien que lo haga. Solo una pregunta, ¿eran respetuosas sus escenificaciones de llamar por teléfono tras un gran punto? Ni hablar de las de Novak Djokovic en la semifinal del US Open 2023 que le ganó precisamente a Shelton: el serbio, hombre de piel fina ante un reportero del Channel 9 australiano que cayó en la trampa de buscar la salvación en la viralización.

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