El estadounidense Robert Prevost, León XIV, proclamado como el 267º Papa de la Iglesia Católica, ama el tenis: «Me considero un tenista aficionado».
El nuevo líder de los católicos nació el 14 de septiembre de 1955 en Chicago. Vivió más de 30 años en Perú y también posee la nacionalidad peruana. Fue obispo de Chiclayo entre 2015 y 2023.
«Desde que salí de Perú he tenido pocas ocasiones para jugar al tenis, así que tengo muchas ganas de volver a la pista (risas). Aunque mi nuevo trabajo no me ha dejado mucho tiempo libre para ello hasta ahora», reveló en entrevista con la web de la Orden de San Agustín.
Si como cardenal ya tenía dificultades para encontrar un par de horas para raquetear, sin duda no será más sencillo ahora que está en lo más alto de la pirámide eclesiástica.
Quien no renunciaba por ningún motivo a su fanatismo por el deporte era Juan Pablo II, adicto al esquí: durante su papado de 27 años que arrancó a fines de los setenta, el polaco se escapaba de manera sistemática —y con cierta clandestinidad— a esquiar en los Apeninos, los Alpes y los Abruzzos. En total, se cuentan 115 las veces que Karol Wojtyla salió del Vaticano en busca de nieve.
Benedicto XVI y Francisco se inclinaban por el fútbol: el alemán era hincha del Bayern Múnich y el argentino, fanático de San Lorenzo. Jorge Bergoglio definía al fútbol como “el deporte más bello del mundo”.
El tenis no es el único hobby del actual Obispo de Roma.
«Me gusta mucho leer, dar largos paseos, viajar, conocer sitios nuevos y disfrutar del campo en un entorno diferente. Disfruto relajándome con amigos y conociendo a gente tan variopinta, de cuyos dones aprendo y aprecio sobremanera», dijo.
Durante la tarde del 8 de mayo, el nuevo líder de la Iglesia Católica se presentó ante los miles de feligreses allí reunidos. A solo cuatro kilómetros de distancia, en el Campo Centrale del Masters 1000 de Roma, se compartieron en las pantallas gigantes las primeras imágenes de Prevost como Sumo Pontífice frente a los fieles del tenis.