LONDRES – Empezó la era de Carlos Alcaraz. Ya no hay más nervios ni calambres. Se acabó el miedo en los momentos de presión. Hay un título de Wimbledon ganado con categoría frente al tenista más exitoso del mundo: ‘Es un sueño hecho realidad».
El español se hizo grande. Pero grande de verdad al segundo que golpeó la bola con esa derecha cruzada y se lanzó de boca al césped sin poder creer lo que había sucedido. Porque lo que estaba en juego este domingo 16 de julio en la Cancha Central del All England Lawn Tennis and Croquet Club, era parte de la historia pesada del tenis. Un partido bisagra que bien puede ser el cambio de ciclo.
Con el 1-6, 7-6 (8-6), 6-1, 3-6 y 6-4 en 4 horas y 42 minutos de partido a su favor, Alcaraz no sólo venció a Novak Djokovic. Con sólo 20 años desvió la línea del tiempo del tenis, que lleva ya dos décadas de dominio de unos pocos.
En el momento y el escenario precisos. Alcaraz le dijo que no al camino repleto de récords que buscaba el serbio. También, de paso, le ganó a su propio cuerpo y a su mente, que cargaba con un antecedente negativo a en su contra, en las semifinales de Roland Garros que acabaron trágicamente para él.
Porque el campeón de 23 Grand Slam estuvo a un par de sets de alcanzar el récord de todos los tiempos de Margaret Court, de igualar a Roger Federer como el máximo campeón masculino en Wimbledon, de ganar su quinta corona en Londres de manera consecutiva como ya lo hicieron Bjorn Borg y el suizo.
A todo ese peso histórico le dijo que no Alcaraz, con su tenis explosivo y de repertorio muy variado. Y con gran porcentaje del público a su favor, ese que no encontró el feeling con el serbio, que tuvo varios intercambios poco amistosos con una galería que jamás lo respetó como el siete veces campeón que es. Ese ambiente ayudó a Alcaraz a encontrarse. Porque el español arrancó entregando un recordatorio de su edad cuando la tensión de una final tan importante hizo que jugara un primer set terrible,y con una adrenalina desmedida que no iba para ningún lado.
Así, dos momentos bisagras a fines del segundo set y a mediados del tercero: quedarse con un tiebreak (cuando el serbio no perdía un desempate en un Grand Slam desde enero) y ganar un juego que duró 27 minutos (para ponerse 4-1 al siguiente parcial).
El uno del mundo también quitó a Djokovic del camino al Grand Slam, y así Rod Laver seguirá dueño de ese argumento tan valioso en el tenis masculino, como el único en la era profesional capaz de ganar los cuatro grandes en una misma temporada.
Objetivos en el horizonte que, quizás, pudieron haberle jugado una mala pasada al serbio, que probó que es humano y no una máquina de jugar al tenis y drenar la energía de cada rival que tiene al frente en los torneos grandes. Djokovic mostró su frustración más que nunca en todo el torneo, molesto por la reacción alegre de la gente cuando se le marcó un time violation con el servicio, y destrozando su raqueta contra el poste de la red.
Gran mérito de un chico de 20 años que si bien ya siendo un adolescente ganó el US Open y alcanzó la cima del ránking, en esta tarde de un verano más parecido a la primavera o el otoño, fue capaz de sacar adelante una tarea que parecía imposible.
Alcaraz ganó el torneo que soñó desde pequeño. El favorito de Federer, de Rafael Nadal y de Novak Djokovic. Los tres ya le dan la bienvenida al club. Y le pasan la posta.
Bienvenidos a la era de Carlos.
