BUENOS AIRES – Cuando veo jugar a Joao Fonseca, cuando lo veo consagrarse campeón en Buenos Aires, su primer título de la ATP, lo primero que pienso es en lo bueno que es. Sí, ¡qué bueno es! Y luego, en un segundo análisis, veo otra cosa, veo a un mini Juan Martín del Potro.
Fonseca tiene apenas 18 años, pero tiene la altura ideal, tiene todos los tiros y sabe jugar, a pesar de que todavía tiene que aprender muchas cosas. ¿Qué tiene que aprender? Bueno, elegir los tiros de máxima potencia, porque hoy por hoy destroza la pelota en cada golpe. Y eso, se sabe, funcionaa los 18, pero no a más largo plazo.
De todos modos, lo que más me impresiona de Fonseca es su cabeza: él sigue adelante con su juego, suceda lo que suceda.
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¿Por qué digo que es un mini Del Potro? Por el estilo que tiene de jugar: sostiene el punto con el revés y, cuando tiene la oportunidad, lanza una derecha potentísima, muchas veces una derecha invertida.
Esa derecha me hace acordar a la de Del Potro: es una pelota que pesa, que sale fuerte desde la raqueta. No es una derecha veloz y liviana, es pesada y contundente.
¿Cómo lo logra? Tiene mucho que ver con el físico. Los brazos largos, las palancas que tiene. Esas palancas le permiten pegarle con mucha violencia a la pelota sin hacer esfuerzo, que eso es lo que impresiona.
Eso sí, no digan por favor que es «el nuevo Guga Kuerten»: Fonseca no tiene nada que ver con Kuerten. Por empezar, Guga pegaba el revés a una mano, Fonseca lo pega a dos manos.
Me preguntan mucho si veo a Fonseca como un futuro número uno del mundo: lo que puedo decir es que tiene un techo alto, un gran margen y potencial para hacer cosas verdaderamente grandes.
