MELBOURNE – En busca del tiempo perdido, Emma Raducanu tendrá en la tercera ronda del Abierto de Australia una gran posibilidad frente a Iga Swiatek.
«Será un gran shot de adrenalina», dijo la británica, campeona del US Open a los 18 años.
La actual 61 del mundo consiguió este jueves por primera vez, desde su exitoso camino en Nueva York 2021, superar la segunda ronda de uno de los cuatro grandes.
En medio de este resurgir, la británica tiene un plan. “Creo que este año lo abordaré de manera holística, en el sentido de solo tener gente buena a mi alrededor, tener una perspectiva positiva. Soy bastante salvaje en términos de priorizarme y concentrarme. No tengo tiempo para nada que pueda afectar eso”, dijo en rueda de prensa.
Los caminos de ambas estrellas fluyeron por vertientes opuestas desde que ambas entraran a la historia siendo campeonas de Grand Slam adolescentes.
Mientras la polaca sumó otros cuatro grandes a sus vitrinas y 125 semanas como número uno, Raducanu convivió con derrotas y lesiones sin parar. “A veces pienso que desearía no haber ganado nunca el US Open”, llegó a decir en 2023 al The Sunday Times. Acusó falta de madurez e ingenuidad frente a un ecosistema “con muchos tiburones”. Ahora, ambas se medirán por un cupo en los octavos de final de Melbourne. Raducanu lo toma como su gran oportunidad. “Estoy deseando ir allí y medir mi juego ante la mejor, porque al final juegas tenis y vives por esos momentos”, expuso.
Jugaron tres partidos y siempre ganó la tetracampeona de Roland Garros sin ceder sets.
“Estoy trabajando en construir las bases de mi juego y cada uno hace las cosas a su propio ritmo”, mencionó este jueves en Melbourne tras temporadas en las que combinó su gran éxito en la industria de la moda y la publicidad, avalanchas mediáticas, y lesiones y cirugías que la mantuvieron alejada de las pistas. Cuatro años después de su gloria neoyorquina parece haber dado con la brújula para reimpulsar su carrera.
En Australia también reflexionó sobre los caminos opuestos que tomaron las carreras de dos de los íconos del tenis femenino de la época. “Ella jugaba desde muy joven y mis horas en comparación a las suyas eran un poco cómicas. Cuando yo tenía 17 o 18 años jugaba seis horas a la semana. No creo que tengamos la misma trayectoria”, explicó.