PARÍS – Una vez más, el tenis castiga a Stefanos Tsitsipas con la precisión de una tragedia griega.
Como los héroes de Esquilo o Sófocles, Tsitsipas no rehúye el sufrimiento. Promete abrazarlo de ser necesario, y atravesar por lo que sea con tal de reencontrarse con su mejor versión.
«Estoy dispuesto a sangrar y dar todo lo que tengo para volver a estar donde estuve», dijo al medio griego SDNA.
El 4-6, 7-5, 2-6 y 4-6 que le propinó Matteo Gigante, fue un golpe duro para el finalista del Abierto de Francia 2021. El ex número tres del mundo defendía cuartos de final en Bois de Boulogne, y este tropiezo en la segunda ronda lo dejará a punto de abandonar el top 25.
«Pasé dos o tres años muy buenos en el circuito, jugando un tenis excelente y peleando con todo lo que tenía en ese momento. Volver a ese camino ganador sería una satisfacción enorme, pero las palabras no cuentan. Tengo que demostrarlo con la pasión y las ganas que saque dentro de la cancha. Espero que eso se vea y mostrar que sigo siendo capaz», reconoció.
El 25, un número que tendrá al lado de su nombre cuando se actualice el ranking ATP después de Roland Garros… ¿Hace justicia? Se lo consultó en su idioma natal la periodista griega Vicky Georgatou.
Sentado en la sala de conferencias de prensa debajo de la Philippe Chatrier, Tsitsipas no culpó lo inculpable: «Es justo estar donde estoy. Mis resultados lo han demostrado. No hay nada injusto en este momento. Creo que lo más justo que hay en el circuito es el ranking mundial. El ranking no miente».
Si el torneo quedara en Nueva York o se jugara en césped, una derrota tan temprana como la que sufrió Tsitsipas en la Simonne Mathieu de París, no calaría tan profundo. Pero al griego le duele: Roland Garros es donde suele asegurar unas cuántas victorias que le devuelven la confianza; en la arcilla, su superficie predilecta, despliega generalmente lo mejor de sí.
En un año donde también fracasó en Australia (perdió en el debut en el otro Grand Slam donde casi siempre ha rendido bien), Tsitsipas siente que cada vez se hunde más profundo y que los cambios no están dando resultados.
Ya sacó a su padre del puesto de entrenador, en agosto pasado. Y también probó cambiando de raqueta: con una Babolat pintada de negro para no perjudicar su contrato con Wilson, Stefanos Tsitsipas por fin consiguió ganar un ATP 500 en Dubai. La victoria en el Medio Oriente fue una excepción a la regla: en la segunda parte de la gira sobre polvo, volvió a usar su arma de siempre.
Otro cambio que se avecina. La llegada de Goran Ivanisevic a su equipo de trabajo para la temporada de césped es la carta que promete darle un aire de frescura, con Wimbledon en la mira.