LONDRES – Roger Federer, el máximo campeón masculino de Wimbledon, casi se quedó afuera del All England Club en noviembre de 2022 por no portar su credencial de miembro; en 2025, a Adrian Mannarino se le prohibió el acceso por ser jugador de qualy.
Los ingleses son conocidos por sus reglas estrictas, y algunas historias lo ejemplifican.
El francés fue una mañana durante esta semana a entrenar a las canchas de práctica en Southfields, muy cerca del AELTC. Debido a su raking (111) el cuatro veces octavofinalista de Wimbledon no ingresó directamente al cuadro principal, si no que tuvo que disputar la fase previa en Roehampton.
Aquel día de práctica, sin partido programado, llegó más temprano que la hora de reserva de su pista.
Pensó, por qué no, entrar al All England Club para tomar un café en Aorangi, el complejo con canchas de entrenamiento, zona de calentamiento y restaurant para los competidores.
Ahí , cuando intentó ingresar, sonó el pitido de rechazo cuando la seguridad escaneó su credencial.
“¡Me negaron la entrada por ser un jugador de qualy!”, dijo Mannarino a un grupo reducido de medios en Londres, entre ellos CLAY.

No hay excepciones: solo pueden entrar al All England Club los clasificados al main draw.
“Pensé: ‘¿Pero qué pasa, sigo siendo jugador o no?’ Es duro cuando te sucede eso. Pero esas pequeñas cosas que te molestan, al mismo tiempo, si logras clasificar, te hacen aún más feliz”, dijo el ex 17° ATP, quien jugó 13 veces el cuadro principal y el año pasado fue el 22° cabeza de serie.
“Ahí le comenté a mi entrenador: ‘Si pierdo aquí, me voy a casa. De hecho, ni siquiera voy a ver el estadio este año, lo cual es bastante triste'”
El francés usó esa frustración a su favor, y ganó los tres partidos que le valieron una actualización de su credencial. Jugará contra el australiano Christopher O’Connell en la primera ronda.
Roger Federer relató una historia similar, de una manera muy graciosa, en The Daily Show con Trevor Noah.
El suizo pasó por Londres y unas horas antes de que saliera su vuelo de regreso a casa, quiso ir a tomar té a Wimbledon. Fue a fin de año, cuando el torneo no se estaba disputando.
“Le digo a mi entrenador de entonces, Severin [Lüthi]: ‘Voy a hablar rápido con la señora de seguridad, yo me encargo’”, contó Federer, antes de hacer una pausa y agregar: “No lo hice”.
“Entonces salgo y le digo: ‘Hola, quería saber cómo puedo entrar a Wimbledon. ¿Dónde está la puerta? ¿Dónde está la entrada?’”, continuó Federer. “Y ella me pregunta: ‘¿Tiene su tarjeta de socio?’ Y yo digo: ‘¿Tenemos una?’”
Los campeones de Wimbledon son premiados automáticamente con la membresía vitalicia. Federer, el máximo campeón masculino de la historia, alguna vez recibió su tarjeta, pero aseguró tenerla extraviada por ahí en su casa.
“Le digo: ‘Normalmente, cuando estoy aquí, estoy jugando, hay mucha gente, y entro por otro lugar. Es la primera vez que vengo cuando no hay torneo y no sé por dónde se entra, así que solo le estoy preguntando de nuevo: ¿por dónde puedo entrar?’”, relató Federer.
“Y ella me responde: ‘Por el costado, pero tiene que ser socio’”.
“Entonces la miro una vez más, ya en pánico”, dijo Federer. “Perdón, todavía no puedo creer que dije eso, y todavía me siento mal. La miro y le digo: ‘Gané este torneo ocho veces. Por favor, créame, soy miembro. ¿Por dónde se entra?’”.
La mujer no flexibilizó, Federer volvió derrotado al auto y codujo hasta otra de las puertas, donde sí lo reconocieron y le abrieron las puertas. Finalmente lo recibió el por entonces, chairman del club Ian Hewitt y todo quedó en una maravillosa y divertida anécdota.