LONDRES – Más emocional, imposible. Con el dolor de su alma, Andy Murray puso punto final a su vida de tenista.
Sin querer soltar lo que más adora y necesita, el británico asumió que ya no puede convivir con lo que a sus 37 años implica ser tenista profesional: “Estoy listo para terminar”.
Es anecdótico que tras su derrota en el dobles masculino junto a su hermano Jamie todavía le quede jugar el dobles mixto con Emma Raducanu este sábado. Es también secundario que su despedida final la hará en París durante los Juegos Olímpicos.
Murray se despidió de Wimbledon y así la parte más importante del mejor tenista de los últimos 20 años después del Big 3 se archivó en la memoria.

El All England Club fue el sitio donde saboreó la mayor cantidad de sentimientos. Desde la profunda frustración al no poder conquistar Wimbledon y así acabar con las penas británicas desde aquel título de Fred Perry en 1936, hasta la gloria eterna alcanzada 77 años después. Murray fue por un tiempo considerable dueño absoluto de mucha presión.
“Fue muy estresante, no fue fácil. Obviamente Novak se tomó el día libre”, dijo Murray a la ex tenista y presentadora Sue Baker durante la entrevista post partido. Llena de emoción, recuerdo y humor británico.
Cuando Novak Djokovic dejó el domingo 7 de julio de 2013 su revés paralelo en la red, Murray experimentó la euforia, la alegría y la satisfacción de dominar en la Cancha Central, pero más valiosa tiene que haber sido el alivio por quitarse una mochila pesada.
“Con Andy Murray siempre iba a terminar así. Una reconstrucción deportiva de la película de Mel Gibson, La pasión de Cristo. Tanto sufrimiento, tanto dolor (…) Agonía, siempre agonía. Y sin embargo, de alguna manera triunfante, incluso en la derrota”, escribió el periodista Martín Samuel en The Times.

Lo que perdió Murray fue el tener que aceptar que su maratón ya estaba corrida.
“Sé que lo que pasó en Melbourne unos años atrás fue un poco incómodo”, dijo el ex número uno del mundo antes del inicio de Wimbledon 2024.
En 2019 se “retiró” del tenis, la organización del Abierto de Australia le preparó un homenaje y sus colegas lo despidieron del circuito. Volvió con cadera metálica y la historia es conocida.
Murray siempre estuvo desesperado por volver a tocar una raqueta cada vez que sufrió una lesión. Pero ya entendió que ese deseo irrefrenable no tiene sustento.
“Es distinto ahora”, reconoció. Y se paseó por los balcones del All England Club a saludar a la gente como ex tenista.