NUEVA YORK – El US Open es un desfile, como corresponde a un torneo que pone el show al mismo nivel que lo deportivo. O por encima, incluso.

Y el desfile en un viernes previo al inicio del torneo es especialmente intenso. En algún momento se cruzaron Rafael Nadal y Serena Williams y se saludaron con dos besos en la cancha central.

En otro se entrenó el griego Stefanos Tsitsipas junto a su nuevo coach, el australiano Mark Philippoussis. Tras ese entrenamiento, el número cinco del mundo dejó una de las frases del día: «Él es el más atractivo de los entrenadores, atrae mucha gente del género opuesto, y eso es un poco frustrante para mi padre y para mí».

Pasó el español Carlos Alcaraz y explicó en detalle lo que le sucedió en Montreal, qué fue esa presión que dijo haber sentido por primera vez, y que lo llevó a perder: «Sentí la obligación de ganar».

Pasó Tracy Austin, la campeona más joven de la historia del US Open, que vio como Brandon Holt, su hijo, ganaba en la clasificación para acceder al cuadro principal. El beso de madre que Austin le dedicó a Holt fue una de las imágenes del día.

Pasó una fuerte tormenta, también, que frenó todos los partidos de la fase de clasificación. Momento ideal para que los tenistas se tomaran un açaí, esa «superfruta» brasileña, que como se consume en Nueva York vale 18,50 dólares la porción, cuatro veces más qye en Brasil.

Y no pasó, aún, la argentina Gabriela Sabatini, que tras muchos años viendo el tenis desde lejos, en 2022 se amigó con convicción con el deporte que la hizo famosa. Jugó el torneo de leyendas en Roland Garros y estará en Nueva York, aunque no jugando, tampoco comentando partidos para Star+ y ESPN, como se dijo días atrás.

«Es seguro que no va a comentar partidos», señalaron a CLAY desde su entorno. «Es probable que se sume a alguna mesa de comentaristas, pero no comentará partidos».

Habrá que ver a partir del lunes. Hasta entonces, un fin de semana de puesta a punto para el último Grand Slam de la temporada.

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