La alternativa de Stefanos Tsitsipas es sencilla. Puede ser el Ave Fénix. O puede convertirse en Sísifo.
Si los Dioses del Olimpo obligaran a leer un solo sitio de tenis entre todos los que ofrece el mercado periodístico, leer CLAY en estos días era una buena idea: por la entrevista de Sasa Ozmo a Goran Ivanisevic, que desencadenó el final de la frágil relación jugador-entrenador de Tsitsipas con el croata. Y por la posterior entrevista de Vicky Georgatou a Tsitsipas, en la que quedó claro que el griego ama el tenis y no le gustan “los dictadores”.
Con el regreso a los brazos de Apostolos Tsitsipas, su padre, el griego está tomando una decisión clave en su carrera. El Ave Fénix, mito de varias civilizaciones, entre ellas la griega antigua, habla de resiliencia, de renacer desde las cenizas y de triunfar. Sísifo, en cambio, se veía traicionado una y otra vez por la misma piedra precisamente en el momento en que acariciaba la meta, el éxito, tras haberla llevado casi hasta la cima de la montaña. Una monótona y eterna reiteración del fracaso.
Más allá de lo que dice Ivanisevic -“su mayor problema es el revés, especialmente el slice, técnicamente tiene que ajustar un poco el grip”-, cualquiera que vea jugar a Tsitsipas entiende que ahí hay un gran talento y una figura con mucho potencial. En él hay tenis, hay elegancia, hay carisma, hay drama. Y aunque esté lejos de haber hecho todo lo que podría haber hecho, Tsitsipas es el mejor tenista de todos los tiempos en su país, ex número tres del mundo y finalista de dos Grand Slams.
Lo de Ivanisevic con Tsitsipas estaba destinado a no funcionar, básicamente porque el propio jugador no estaba convencido: no es casual que haya demorado meses en concretar el inicio de la relación, largamente anunciada. Ni es casual que haya durado tan poco.
Tsitsipas no quería escuchar lo que Ivanisevic tenía para decirle.
“No hay varita mágica. Pero fuera de la cancha, tiene que asumir la responsabilidad y tomar decisiones, porque todo se refleja dentro de la pista. No se puede jugar un Slam, o cualquier torneo, si no estás con la cabeza 100% metida. Tienes que pensar en tu drive y en tu revés, no en otras 77 cosas que no tienen nada que ver con el tenis”.
Y por si no le quedaba claro al griego, el campeón de Wimbledon 2001 fue más allá en la entrevista con Sasa Ozmo: “Tiene que empezar a resolver esos temas lo antes posible. Cuando lo haga, estará donde merece estar. Si no lo hace — y esto ya lo dije seis veces — nadie podrá ayudarlo”.
¿Lo ayudará Apostolos, al que Tsitsipas despidió hace menos de un año como entrenador diciendo cosas tremendas?
“Tuve que pedirle perdón, porque estaba claramente equivocado”, dijo Tsitsipas en su entrevista con Vicky Georgatou. “Ahora hemos encontrado una nueva forma de comunicarnos y de hablar entre nosotros para que esto no vuelva a suceder y no se acumule la tensión. Quiero a mi padre con todo mi corazón y lo que ha hecho a lo largo de los años es realmente extraordinario”.
¿Y tras la breve experiencia con Ivanisevic qué dice?
“Se trata de tener gente con una visión común, que sabe lo duro que trabajamos y lo que queremos conseguir, pero que también mantiene un ambiente agradable en todo momento. Es muy difícil estar rodeado de dictadores y gente que habla negativamente y no te hace sentir como en familia”.
Más claro, agua. Pero Ivanisevic no está de acuerdo con eso de “dictador”, y se ratifica de la primera a la última palabra.
“Se sacó de quicio, no le insulté… Le dije todo eso, no es que lo dijera a sus espaldas. Ahora parece que ya no se puede decir nada. Lo dije sinceramente, para provocar una reacción. Así es esta generación. Por desgracia, así es, todo el mundo lo ve”, dijo Ivanisevic a la televisión croata HRT.
“Él también lo siente y lo sabe. Si no estás preparado mental, física y emocionalmente, sobre todo mentalmente, para jugar durante horas con los mejores, no tienes ninguna posibilidad de jugar al tenis. No estaba mentalmente preparado para jugar en Wimbledon, espero que encuentre su camino. Le deseo lo mejor, sabemos los resultados que ha tenido, no ha olvidado cómo se juega al tenis”.
Alejado de la española Paula Badosa, su pareja en los últimos años e incapaz de soportar la cruda sinceridad de un entrenador como Ivanisevic, Tsitsipas vuelve donde todo comenzó, vuelve a los 26 años a los brazos de Apostolos.
Ave Fénix o Sísifo, dentro de un tiempo se sabrá.