Déjà vu en París. Cuando Rafael Nadal y Alexander Zverev fueron emparejados en la primera ronda de Roland Garros, una mezcla de murmullo, risas y expresiones de sorpresa se escuchó en el público presente en los salones del Orangerie.
En uno de los rincones más lindos de las instalaciones del Grand Slam de arcilla, la suerte quiso que el que será probablemente el último debut de Nadal en su torneo favorito, sea contra el cuarto mejor jugador del mundo, quien viene con ritmo tras ser campeón en el Masters 1000 de Roma.
Ambos disputaron uno de los partidos más intensos de 2022, que duró más de tres horas, y ni siquiera pudo completar dos sets. En las semifinales del último título del español en París, Zverev sufrió una brutal lesión: se rompió el tobillo y se cortó los ligamentos cuando fue a pegar una derecha a la carrera, justo cuando Nadal forzó un segundo tiebreak, luego de haber ganado el primero.
Zverev abandonó la cancha usando muletas. Para el alemán, es la oportunidad de cerrar un círculo: tuvo una esforzada recuperación, volvió a su mejor nivel (defendió las semifinales en 2023), ganó el Masters 1000 de Roma 2024 y en Roland Garros podrá eliminar al 14 veces campeón del torneo en su posible despedida.
Otras historias sucederán fuera de la pista que pueden marcar el paso por París del número cuatro del mundo: esa misma semana, el 31 de mayo, arranca su juicio en una corte de Alemania por acusaciones de violencia doméstica.
El español anunció que probablemente este Abierto de Francia será el último de su carrera.
Todo un guion cinematográfico el que se armó en el Jardín de los invernaderos de Auteuil.
