RIAD – Nick Kyrgios no se separa de su novia Costeen Hatzi. La psicóloga, modelo y empresaria de 22 años lo acompaña hasta las conferencias de prensa, y disfruta de los destinos donde la lleva el tenis.

Y por el deseo de ella de conocer París, el australiano asegura que volverá a Roland Garros, el Grand Slam al que le viene haciendo el quite en los últimos años: “Mi novia no ha visto París. Aprovecho también de hacer unos cuántos dólares ahí, no está mal”.

¿Y si a Hatzi le apetece ver ciudades como Buenos Aires o Río de Janeiro? ¿Si alguna vez quiere conocer Chile?

“Pero esos torneos de arcilla son en plena temporada de cancha dura, ¿No? Es una locura que existan eventos sobre arcilla cuando estamos en la temporada de cemento. No voy a jugar esos torneos. Son demasiados los torneos en arcilla. Hay gente en el top 100 que no reconozco su cara, su nombre, porque solamente juegan en arcilla. Crazy”, comenta Kyrgios.

Jugar por dinero en Arabia, mejor que la Davis

El dinero es un factor que lo mueve. Pocos tenistas se atreven a hablar de dinero y de aceptar que hacen las cosas por un fajo de billetes como principal motivación.

Son muy lindas las dunas en Riad, le gente es acogedora y la comida es fantástica. Es lo que dice Kyrgios sobre la ciudad sede de la Diriyah Tennis Cup, torneo de exhibición que disputan en la capital de Arabia Saudita 12 jugadores, entre ellos, la mitad del top 10. También comenta el australiano, que es uno de los mejores destinos en dónde ha estado en el mundo.

Pero la plata es lo más importante y la palabra money es la primera que sale de su boca cuando se le consulta qué fue lo que puso en la balanza al momento de decidir entre las finales de la Copa Davis y el torneo de pretemporada.

Luego viene una explicación más extensa de por qué no representó a Australia en Málaga, partiendo por lo estrecho de su calendario.

“Después de jugar el Masters en Turín (en la modalidad de dobles junto a Thanassi Kokkinakis) tenía que volver a ver a mi familia. Mi mama está enferma. Tuve que hacer lo que era mejor para mí, no siempre lo que es mejor para el equipo, para el país. Fue una decisión fácil”, confiesa el finalista de Wimbledon.

– Lleyton Hewitt y Alex De Miñaur lo intentaron convencer, pero no les fue bien. ¿Qué les dio por respuesta?

“Exactamente lo mismo”, agrega.

Ahí aprovecha para descargarse con una razón traída más desde el fondo: «Para mí, Australia no siempre me ha acogido como tenista y me resulta difícil salir ahí fuera y jugar la Copa Davis para mi país con orgullo, ¿Sabes? Después de todo lo que se ha dicho negativamente de mí, de lo mucho que me han estresado, de mi familia, de todo. Es curioso que un día quieran que juegue en el equipo y al siguiente no. No entiendo ese juego. Yo tomé mis decisiones”.

El condimento especial que le quitaron a la Copa Davis es lo que también le apaga el interés al australiano. Jugar de local y de visita. Viajar tres días a España y enfrentar a Nadal, Alcaraz y compañía como escenario ideal. Recibir en Australia al equipo titular de Francia. Series a las que no habría cuestionado su presencia. ¿Pero ir a Málaga en el nuevo formato?: “Todos los equipos juntos en España no me hace ningún sentido. Eso no es la Copa Davis. Es un torneo que no necesito jugar”.

Recta final para el retiro

A los 30 ya quiere ser ex tenista profesional. Le quedan dos años y medio. “Si meto un par de temporadas como esta, digo adiós y me dedico a los videojuegos. Ya he trabajado demasiado”.

Y en diez años se imagina con una familia grande de cuatro o cinco hijos y fumando un gran spliff (cigarro de tabaco y marihuana) en las Bahamas, donde tiene casa.

A su novia le saltan los ojos con esa declaración. Tendrían que ponerse en campaña muy pronto para llegar a la meta: un hijo cada dos años. A menos que adopte.

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