LONDRES – Nicolás Jarry carga en brazos a su hijo Juan por la Cancha 2 del All England Club. Luego lo sienta en la silla de los jugadores, y le pasa la pelota de tenis del match point, antes de pararse frente al micrófono para dar la entrevista post partido.
No puede seguir respondiendo la primera pregunta porque tiene que aguantar el llanto.
“Ha sido un año de batallas, entonces… es increíble”, dijo emocionado el chileno después de ganarle al brasileño Joao Fonseca por 6-3, 6-4, 3-6 y 7-6(4). El público, enternecido ya con la escena con su hijo, aplaudió.

Jarry accedió por primera vez en su carrera a los octavos de final en el tercer Grand Slam del año, en el sitio al que su abuelo Jaime Fillol lo trajo cuando era un niño. Desde ahí que Wimbledon se convirtió en su torneo favorito.
“Gracias a mi abuelo que juego tenis. Él me trajo acá cuando tenía diez años y desde ahí que me enamoré de este lugar. Cada partido que gano aquí hace quedarme unos días más, así que me pone muy feliz”, dijo a CLAY y a AFP después del encuentro.
Fillol, ex 14 del mundo y uno de los fundadores de la Asociación de Tenistas Profesionales ganó tres partidos del cuadro principal antes de perder en cuatro sets contra Jimmy Connors en 1974.
Jarry creció con el legado de su abuelo muy presente, y a 51 años de aquel récord familiar en Londres, el chileno de 29 años es el que celebra acompañado de su mujer Laura y sus dos hijos.
Sus batallas han sido contra la neuritis vestibular, una infección al nervio vestibular que se encuentra en el oído interno que no solo ha afectado su percepción, balance y su sentido de la vista. También lo ha dañado psicológicamente: “Fue muy duro perder las habilidades que he trabajado desde que tengo cinco años”.
Sobre aquella lucha, profundizó en una reciente entrevista con CLAY: “He tenido que trabajar mucho en la aceptación de lo que ha traído para mi carrera en el tenis y mi vida personal tener problemas de visión, los mareos, y la baja en las capacidades motoras. Soy alguien que hace las cosas muy bien y que deseo estar en lo más alto del tenis. Y no poder estar ahí aún es un obstáculo en sí que hay que enfrentar”.
Explicó el chileno que sin su familia, el drama que ha vivido gracias a la enfermedad habría sido muy distinto. “Sin ellos, habría sido imposible recuperarme como lo hice”.
Y aunque no está sanado del todo y nuevos problemas afectan a su visión, en Wimbledon encontró un ritmo asombroso que lo hizo encadenar seis victorias al hilo (tres en Roehampton, tres en el All England Club) y se ganó el derecho de enfrentar al local Cameron Norrie en una de las canchas principales.
Este domingo 6 de julio, su objetivo será superar lo hecho por Fillol, su mentor en el tenis.